La doctora de Brest narra la historia real de Irene Frachon, una neumóloga del Centro Hospitalario Universitario de Brest (Francia) que en 2010 comenzó a sospechar de los posibles efectos secundarios perjudiciales de un fármaco, el Mediator. Aunque no tenía experiencia en la realización de estudios, pidió ayuda al departamento de investigación de su hospital. El epidemiólogo Antoine Le Bihan le propuso realizar un estudio de casos y controles (uno de los estudios más rápidos de hacer entre los observacionales), una vez hecha la acusación pública a la empresa farmacéutica Servier, debían hacer una publicación en tiempo récord (y lo consiguieron en la revista PLosOne).
